El derrumbe de China Evergrande Group se ha transformado en un emblema de la ralentización económica de China, mostrando la reducción del consumo interno, el incremento de la deuda corporativa y la tensión sobre los mercados internacionales. La salida de la empresa de la Bolsa de Hong Kong, prevista para el 25 de agosto, señala el fin de una crisis que revela debilidades estructurales y provoca inquietud entre inversores y entidades financieras globales.
Evergrande, una de las desarrolladoras más grandes del país, no logró cumplir con los requisitos para reanudar la negociación de sus acciones, suspendidas desde enero de 2024. Los liquidadores conjuntos, Edward Middleton y Tiffany Wong, confirmaron que los certificados de acciones seguirán siendo válidos, aunque “no serán negociables” tras la exclusión definitiva. La empresa se encuentra en proceso de liquidación por orden del Tribunal Superior de Hong Kong desde enero del año pasado, después de que su plazo de gracia de 18 meses expirara sin avances significativos.
Marco regulatorio y causas de la crisis
El colapso de Evergrande no puede separarse del contexto regulatorio que precipita su quiebra. En agosto de 2020, el gobierno chino implementó la política de las “tres líneas rojas”, que obligaba a los desarrolladores a limitar pasivos, mantener un nivel de deuda neta controlado y garantizar reservas de efectivo suficientes. Esta campaña de desapalancamiento, destinada a sanear el sector inmobiliario, desencadenó una severa crisis de liquidez, afectando particularmente a las empresas más endeudadas, incluyendo a Evergrande.
Constituida en 1996 por Xu Jiayin, Evergrande impulsó el desarrollo del sector inmobiliario en China mediante un esquema de expansión enfocado en el endeudamiento y adelantos de los compradores. En 2017, la empresa alcanzó una valoración bursátil récord de 414.400 millones de dólares hongkoneses, y Xu se convirtió en el hombre más acaudalado de China. No obstante, la falta de financiamiento y la devaluación de los precios inmobiliarios hicieron inviable su modelo comercial. Al concluir junio de 2023, Evergrande declaró obligaciones por 2,38 billones de yuanes, excediendo sus activos en 644.200 millones de yuanes y con un total de deuda de 624.770 millones de yuanes.
Influencia en la economía y el mercado inmobiliario
El empeoramiento de la situación financiera se intensificó debido a acusaciones de fraude contable en 2023, que afectaron a su filial en el país y a la firma auditora PwC. Xu Jiayin recibió una prohibición perpetua para participar en los mercados de valores, mientras que la empresa se encuentra enfrentando procesos legales y regulatorios.
Evergrande gestiona más de 3.000 entidades legales y tiene 1.300 proyectos en marcha en más de 280 ciudades. Muchos de estos están sin terminar, provocando un impacto negativo en el mercado inmobiliario y dejando muchas residencias vacías. El colapso también repercute en dos de sus subsidiarias que cotizan en Hong Kong: China Evergrande New Energy Vehicle Group y Evergrande Property Services Group.
El sector inmobiliario chino sigue en recesión desde la implementación de las “tres líneas rojas”, con precios de viviendas nuevas en 70 ciudades del país cayendo un 3,7% interanual en junio de 2025. La depreciación de los inmuebles, que representan cerca del 70% de la riqueza de los hogares, ha reducido la confianza de los consumidores y afectado la financiación de gobiernos locales, dependientes de la venta de terrenos.
Visiones y acciones gubernamentales
Las autoridades chinas han promovido subsidios para automóviles, electrodomésticos y teléfonos inteligentes, además de incentivar el mercado bursátil como alternativa de inversión. No obstante, analistas advierten que la estabilidad del sector inmobiliario es clave para recuperar la confianza del consumidor y la inversión privada. El desempeño de otras desarrolladoras es dispar: Jinmao registra un crecimiento del 50% en acciones, mientras Country Garden y China Vanke enfrentan caídas, mitigadas parcialmente por créditos estatales.
La crisis de Evergrande resalta las vulnerabilidades de la segunda economía mundial, afectando a inversionistas y mercados internacionales, y se posiciona como un caso emblemático sobre los riesgos de endeudamiento excesivo y la importancia de la regulación en el desarrollo inmobiliario.